O los libros de lo inevitable

Monday, December 07, 2009

El pico roto del cuervo alegre


Por lo general coincido con la idea de caminar entre muertos, de parir hijos oníricos y de contrarrestar -muy a mi pesar- la realidad de los otros como una aparente verdad a la que no he podido acceder. Me declaro completamente idiota ante las versiones de un minuto que no existió; en otras palabras ¿Cómo se podría enjuiciar lo que no compartimos (como diría la buena Virginia)?

Un momento; el sol se cae por encima. El horizonte cede ante la fuerza de un cuerpo que no es el nuestro y vemos un cuervo sobre un árbol:

la agigantada y cinética ilusión de la transparencia. 

Las manos del asesino alrededor del cuello anuncian la resurrección de un niño que ya no existe desde ahora. El momento intercambiado de una realidad supone que para los demás no existió. Como ese árbol que se cae en medio de la nada... como ese sonido que no existe si no es para alguien. No habría muerte, ni salvación, ni crímen... sólo el tiempo resbalándose de entre el pico del cuervo. El tiempo que crea un agua distinta de la otra que no vio nadie y que no volverá a ser la misma, otra vez...