O los libros de lo inevitable

Wednesday, June 27, 2007

Maestro:

Ahora noto cómo se han podrido poco a poco los espejos de esa casa que he observado por más de dos años. He esperado que vengan a repararlos con silicón. Quise, incluso, aventar el último mientras encendía una cámara, de esta manera podría recordar cómo era cuando estaba entero y así, curar la nostalgia que me provoca ser dueña de una memoria lisiada.
Usted, maestro, me ha reconstruido infinidad de veces y no entiendo, seriamente no entiendo, hasta que límites ha caído lo que usted pensaba de mí o de mis posibilidades. Y áun con ello, su confianza ha perdurado sin importar cuántas veces me haya visto ahí, tirada bajo los dinteles de miles de lugares infaustos, ahí, donde he dejado un poco más de la dignidad, de la perversión, de la inocencia.
Maestro, me siento vieja y pusilánime, me siento agotada de enfrentarme a enemigos débiles que retuercen el espíritu, y sin embargo, quisiera volver el tiempo y recordar la última vez que me sentí impune y protegida. Quisiera regresar a ese lugar que no es la infancia. Quisiera, al menos, dejar de intentar perderme de nuevo.
Sé que me sabe.
Hoy, maestro, desperté mirando al espejo con más avidez que nunca. Quise mirar mi rostro de otra manera: poner atención en el ángulo de la nariz, en las cavidades que se enegrecen por efecto de las manchas, en la boca rodeada de esos pequeños lunares rojos que invaden mi piel a causa del sol. Quise dibujar la vejez sobre mis rasgos y no pude. Me distraje, como siempre, en los diálogos del tiempo, en la afrenta dislocada y sin sentido que sostiene mis días. Es difícil que me escuche. Me doy asco.
Recordé esa canción de Víctor Jara: "¿Cómo sacarme del alma lo que me dejaron negro?" Y luego fui al trabajo. Me senté junto a una señora vieja y muy gorda. Me contó su vida en 20 minutos. Ella lloró. Yo respiraba con fuerza. Le toqué el brazo. Ella lloró más. Bajó tomada de mi brazo. Me fui. Entré al baño y me miré al espejo. Pude verme vieja, triste, sola, asquerosamente sola en medio de un laberinto prefabricado. Salí.
Ahora estoy aquí sentada. Acabo de escuchar dos tiros. Ayer también escuché dos. Después llegarán patrullas y esto se volverá un escándalo.
Aquí, maestro, aquí en estas líneas mi cabeza sigue negándose a escribir. No se lo dije, pero tiene más de un rato que no escribo una sola línea que me guste. Pero la disciplina... y la forma... y el estilo...
Confieso, maestro, que en algún momento decidí cambiar, ser otra más feliz que dejara de lado todo. Pero ¿sabe? No entiendo qué hacer si no hago lo que siempre. No entiendo cómo vivir si no es como siempre. No sé como ser otra que no sea la que me imagino que soy.
¿Usted sí?

Sunday, June 17, 2007

aturdimiento

A veces sería bueno dejar de preguntarse qué demonios es lo que pasa por la cabeza cuando nuestras neuronas se conectan al revés y conviertes la motivación en pendejadas...

O como esto que decía Nietszche (en realidad me gusta mucho ese misógino, pero me da urticaria (a veces) citarlo) El remordimiento es como la mordida de un perro en una piedra: una tontería.

Aunque vuelvo a preguntarme si no es otra forma más inteligente de justificarse... Yo quiero esas formas... yo quiero palabras... asimilación, contricción, decisión...valor

Monday, June 11, 2007

Otro sueño nefando

Ayer eran las tres de la tarde. Me quedé dormida. Soñé con una llamada telefónica y el misterio de miles de insectos marchando apresuradamente a través de mi casa, yo estaba sentada en medio de todos ellos, algunos eran desconocidos, con una morfología bestial, de tamaños anormales. De pronto la llamada se terminó abruptamente, el cielo se había oscurecido. Un temblor quebraba los vidrios de las ventanas y me imposibilitaba calzar los zapatos. Cuando conseguí ponerme algo sobre los pies, bajaba las escaleras rapidísimo, encontraba los departamentos de mis vecinos en ruinas, las escaleras estaban a mitad de su destrucción y todo estaba oscuro y silencioso. Salía a la calle y encontraba un panorama desolador, miles de cuerpos desnudos se entretejían sobre el pavimento, estaban desechos, apilados. Comenzaba a buscar rostros de gente conocida. La circulación del eje vial más cercano a mi casa estaba ocupada por mujeres que abrazaban cadáveres. Por querer evitar su existencia miraba hacia abajo y veía mis pies desnudos, llenos de sangre. Buscaba teléfonos que sirvieran, nombres, caras, algo... Yo era una presencia inútil


Al fin subía las escaleras de nuevo y pensaba qué cosas tenía que rescatar de entre los escombros. Miré alrededor, buscaba entre mis libros... y al fin, entre el desastre de la habitación, encontraba un pie que traía el zapato que me había puesto antes, removía todo desesperadamente y sí, ahí estaba yo con el maquillaje corrido, la sangre arrastrándose y el pelo enmarañado entre girones de tela, mirando al infinito.

Tuesday, June 05, 2007

La palabra del día (estoy estrenando mi suscripción)

laberinto


En la civilización egea, que se desarrolló antes de la llegada de los helenos, era común la construcción de enmarañados laberintos en cuyos innumerables corredores, cámaras y vericuetos solían perderse los visitantes.
Los latinos llamaron a estas construcciones labyrinthus, del griego labyrinthos, una palabra que, según el lingüista francés Antoine Meillet, especializado en lenguas indoeuropeas, probablemente es de origen cario. Los carios eran uno de los pueblos del mar Egeo, desplazados por los helenos unos nueve siglos antes de nuestra era.
El más famoso de aquellos laberintos era, sin duda, el de Creta que, según la mitología griega, fue construido por Dédalo para encerrar al mítico Minotauro, un animal sanguinario con cuerpo humano y cabeza de toro.

Monday, June 04, 2007

Algo que a todos tienta y que tan pocos osan emprender

No soy desdichado ni quiero que me compadezcan. Soy como soy y eso me basta. Saber que otros están peor es un gran consuelo, por supuesto. Es posible que Dios exista, pero eso, a estas alturas de la historia con todo lo que nos ha pasado ¿tiene alguna importancia? ¿Que el mundo acaso pudo ser mejor de lo que es? Sí, acaso, pero ¿para qué preguntárselo? He sobrevivido y, a pesar de las apariencias, formo parte de la raza humana.
Mírame bien, amor mío. Reconóceme, reconócete.
Mario Vargas Llosa, El elogio de la madrastra. Grijalbo

Sunday, June 03, 2007

Es definitivo...


Tengo graves problemas mentales. Ahora sí creo que enloquecí... Después de aquí, no hay retorno.

Saturday, June 02, 2007

Quedaba el cuerpo; su cuerpo

Ha caído la noche, de pronto, como una lluvia intempestiva: con una lluvia intempestiva. Él le dice ¿Recuerdas?, y ella se queda quieta, congelada en ese quicio figurado de la superficie del espejo suntuoso y manchado en el que se refleja una puerta tras la cual él y ella ocultan un secreto pulsatil de sangre, de vísceras que si no fuera por ese espejo que la contiene, su mirada todo lo invadiría con una sensación de amor extremo, con el paroxismo de un dolor que está colocado justo en el punto en que la tortura se vuelve un placer exquisito y en que la muerte no es sino un figuración precaria del orgasmo.


Salvador Elizondo, Farabeuf

Friday, June 01, 2007

Víctima de una confusión engañosa

Quizás y para siempre estemos condenados a la tortura. Después de todo quién puede huir de lo dañino o como dijo un poeta: Siempre se apetece lo dañoso. Somos certeros al decidir en pos del placer. Podemos reñir con nuestra conciencia y simplemente dejarnos llevar por el sentido de lubricidad. Al fin, tendremos que enfrentarnos tarde o temprano con la abolición de nuestro lóbulo frontal. El alcohol nos hace, o probablemente sólo ayude, decidir justo todo aquello que no podemos dejar de hacer para mostrarnos que somos... aunque no sea así, poderosos.
La frontera entre la violencia y el sexo es literalmente pobre, tanto como lo es la del poder y el amor, la dominación ante todo puede representar sólo nuestras ganas de ver rendido a alguien a lo que nuestro cuerpo puede dar ¿o no? Probablemente todo se trata de volvernos más humanos a través del sufrimiento, o más sórdidos, o más elementales, o quizá sólo se trate de volver al enfrentamiento. Si nos enfrentamos podemos de alguna manera volver a ser nosotros mismos, el nosotros atormentado que tiene más ganas de repetir lo que nos hizo comenzar a arrepentirnos para crear ese círculo en que lo estimulante siempre resulta indescifrable. Buscamos de alguna manera decidir por nosotros lo que los demás pueden decidir para ellos. Sólo existe una premisa: Yo no te pertenezco, soy yo... siempre yo. ¿o no?
A mí, el alcohol y la mierda (como dice Frank Delgado) sí me sacan de este mundo.