O los libros de lo inevitable

Sunday, September 24, 2006

Como tempestades hostiles la música y el miedo le sacudían la conciencia

Recuerdo... una madrugada de viernes en la cual el insomnio me orilló a la televisión. Veía una película alemana sobre un tipo que todos los días despertaba con la ropa llena de sangre y las manos manchadas de lo mismo. Cada mañana sentía tal desesperación debido a su amnesia que un buen día decidió dejar de formular hipótesis, se colocó un casco con una cámara y se durmió. Al día siguiente despertó con las manos manchadas y la ropa también. Encendió la televisión, y la videocasetera, miró la película. Primero nada, el techo del cuarto por un rato largo, largo. De pronto se levantaba, tomaba las llaves del carro y andaba la carretera. En el pueblo encontró a una mujer, al parecer una prostituta, la subió al carro, la llevó al bosque y la asesinó brutalmente; luego la destazó y la colocó dentro de bolsas para basura en un refrigerador de un lugar que parecía ser su garage. En ese momento se levanta, apaga la tele y niega lo que ha visto. Decide colocarse de nuevo la cámara sobre la cabeza. Al otro día se repite la escena, esta vez no ha sido una mujer, es un niño que inexplicablemente paseaba por las calles en esa noche. Esta vez se levanta y va hacia el garage, abre el refrigerador y está vacio. Decide ponerse el casco una tercera vez no sin antes llamar sin éxito a su madre. Recuerda que no sabe cuándo fue que habló con ella la última vez. Mira detenidamente el video que ha conseguido y se da cuenta que el refrigerador que él creía estaba en su cochera en realidad es el de la cochera de sus padres. Sale corriendo y llega al refrigerador que buscaba, en él encuentra todas las partes de las personas que ha matado durante un mes, uno cada día. Se pronto, al abrir una bolsa se da cuenta de que la cabeza de su madre está ahí. Al verla recuerda todo lo que ha hecho... en la primera noche había matado a sus padres, en la segunda a un hombre, en la tercera, así... los recuerdos son atroces. De pronto la cámara enfoca sus manos, la cabeza de su madre entre ellas. La película termina con el close up a sus ojos, desorbitados. Hace años que vi esta película, no recuerdo ni el nombre. Los filtros temporales ya deben haber realizado su labor. Sin embargo... en esa pérdida de la conciencia, en esa fascinante manera de perder el sentido de todo lo que somos, de con quien estamos, del qué estamos haciendo me pregunto si alguna vez le cortaré la yugular a alguien sólo por placer. Me pregunto si sentiré la misma culpa de resaca que siento cuando he perdido las nociones y me emputo o beso o chillo. A veces creo que en realidad todos los caminos son los de la rabia. Y a veces, por un momento me detengo a pensar hasta qué punto ha llegado esta pinche manía de autoflagelarme imbécilmente cada que decido perderme.
Este blog debería llamarse "confesiones alcohólicas" o "etapas de una mujer alcohólica". Y para no perder la costumbre, va otra de Muñoz Molina y su Jinete polaco: El regreso de la Casa de las Torres se había borrado de su memoria: eso era lo peor que tenía el aguardiente , le explicó al Comandante Galáz, que lo despojaba a uno de horas enteras de su vida en las cuales se puede ser lo que se quiere."
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Y de reciente adquisición, Conversaciones de Cioran (hasta que se me hizo)
¿Lo tildan con frecuencia de reaccionario?
Lo niego. Voy mucho más lejos. Henri Thomas me dijo un día: «Usted está en contra de todo lo que ha ocurrido desde 1920», y yo le respondí: «No, desde Adán»
Conversación con Francois Brondy

Thursday, September 21, 2006

serenely brilliant (such should wisdom be)

... The passion being in an inverse proportion to the insight, that the more vivid, as this the less distince; anger is the inevitable consequence. The absence of all foundation within their own minds for that which they yet believe both true and indispensable for their safety and happiness, cannot but produce an uneasy state of feeling, an involuntary sense of fear from which nature has no means of rescuing herself but by anger. Experience informs us that the first defence of weak minds is to recriminate.

Samuel Taylor Coleridge

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¡ouch!

Tuesday, September 12, 2006

El motivo exacto de la adicción


Un libro es una carta: esa carta que uno espera todos los días de su vida y que no suele venir, o sólo llega cuando ya es demasiado tarde y no queda en el mundo una sola palabra que pueda bastar para salvarnos. Un libro es una cosa impúdica que cualquiera puede comprar y olvidar como se compra y se olvida un periódico, pero a veces, cuando importa, el libro llega como una cita inesperada al alma que maduraba esperándolo, y entonces, sus palabras impresas cobran la forma de una caligrafía deseada y abrirlo es como hallar en el buzón usualmente desierto una carta que incita al misterio porque no reconocemos la letra que viene escrita en el sobre y nos ha llegado de una ciudad en la que no creíamos existir para nadie.

El libro secreto, Antonio Muñoz Molina.
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Cada vez amo más a Toñito.... de eso se trata, Calvino en 30 varos(y en Siruela uuu)... Donoso y todas sus perversiones unidas. No existe mayor aliciente para que cumpla con rígida disciplina el acto placentero de reconocerme como adicta. Siempre espero lo mismo de un libro, no siempre me lo da... pero cuando lo hace ...¡aaahh! hasta los que son santos ahora, y en su momento sientieron manifestación divina, se quedan cortos en con mi goce epifánico.(claro) Les presento a mi bienamado, Toñito. (qué bonitas cejitas gachupinas ¿no?)

Sunday, September 10, 2006

Enciendo un cigarrillo y otro más...

Me pregunto si llegará el día en que deba plantearme muy seriamente dejar de fumar (qué buena rola). Todas las fotos de los últimos seis meses salgo fumando, y con la mirada perdiddddaaa. Por cierto esa de allá atrás es la única ventana grande a la realidad, la lluvia a través de ella siempre anuncia incongruencias. Espero que un día se caiga.

Gracias al amante de la chuletita por la foto.
 Posted by Picasa

Saturday, September 02, 2006

alcohol y rocanrol

Antes era alcohol y depresión. Ahora es alcohol y encabronamiento... supino encabronamiento, cualquiera de las dos hacen una combinación explosiva.

Al menos se siente mejor estar enojada con el mundo que estar triste por él.
Lo unico que siento es que si ya de por sí cuando soy buena persona me odian... ahora que soy "mala" (como maloso panda) van a dejar de hablarme.

Maldito alcohol haces que me empute conmigo misma, pero repito, lo que hace falta aquí es otro alcohol y más rocanrol y de paso un músico de cabellera larga docto en los artes amatorios. A ver si con una buena cogida se me quitan las ganas de estar chingando.