O los libros de lo inevitable

Saturday, June 02, 2007

Quedaba el cuerpo; su cuerpo

Ha caído la noche, de pronto, como una lluvia intempestiva: con una lluvia intempestiva. Él le dice ¿Recuerdas?, y ella se queda quieta, congelada en ese quicio figurado de la superficie del espejo suntuoso y manchado en el que se refleja una puerta tras la cual él y ella ocultan un secreto pulsatil de sangre, de vísceras que si no fuera por ese espejo que la contiene, su mirada todo lo invadiría con una sensación de amor extremo, con el paroxismo de un dolor que está colocado justo en el punto en que la tortura se vuelve un placer exquisito y en que la muerte no es sino un figuración precaria del orgasmo.


Salvador Elizondo, Farabeuf

1 comment:

Anonymous said...

"Complicidad" No es la palabra adecuada, pero es la primera que se me viene a la mente..