"No hay de comunitario más que la ilusión de estar juntos. Ciertamente, el atractivo de una vida colectiva auténtica existe en estado latente en el seno mismo de la ilusión -no hay ilusión sin soporte real- pero la comunidad verdadera está por crear. Ocurre que la fuerza de la mentira borra de la conciencia de los hombres la dura realidad de su aislamiento. Ocurre que en una calle animada nos olvidamos de que hay sufrimientos y separaciones. Y ya que a fuerza de mentiras olvidamos, el sufrimiento y las separaciones se endurecen; y a su vez la mentira también se quiebra sobre tal piedra angular. No queda ninguna ilusión a la medida de nuestra confusión.
El malestar me asalta en proporción a la muchedumbre que me rodea. En seguida, los compromisos que al filo de las circunstancias yo acordaba a la estupidez corren a mi encuentro, afluyen a mí en oleadas alucinantes de cabeza sin rostro. El famoso cuadro de Edward Munch, El grito, me evoca una impresión sentida diez veces al día. Un hombre arrastrado por una multitud, sólo visible para sí mismo, grita repentinamente para romper el hechizo, recordarse, regresar a su piel. Asentimos tácitos, sonrisas estereotipadas, palabras sin vida, apatía y humillación desmigajadas tras sus pasos se amontonan, se sumen en él, le expulsan de sus deseos y de sus sueños, volatilizan la ilusión de "estar juntos". Nos tocamos sin encontrarnos; el aislamiento se suma y no se totaliza; el vacío se apodera de los hombres a medida que aumenta su densidad. La multitud me saca de mí mismo, permitiendo instalarse en mi presencia vacía millares de pequeñas renuncias.
Los anuncios luminosos reproducen en todas partes en un centelleo de neón la fórmula de Plotino: "Todos los seres están juntos aunque cada uno de ellos permanezca separado". Basta, sin embargo, con extender la mano para tocarse, levantar los ojos para encontrarse, y mediante este simple gesto, todo se convierte en próximo y lejano, como por sortilegio."
Raoul Vaneigem, Tratado del saber vivir para uso de las jóvenes generaciones, Anagrama, 1998.
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Buena metáfora. En 2004 EU dio el golpe de Estado, ahora le manda menos ayuda económica que Brasil; El Banco Mundial no cede, no es su naturaleza. Francia sólo atina a pensar que es una posibilidad de mostrar que aún tiene algo de varo y... en realidad, con certeza, a nadie le importa auténticamente; nadie quisiera saber nada de la gente (nombres, números, empleos, condiciones físicas...).
Haití, de ahí los zombies, de ahí el vudú, de ahí los golpes de estado, la violencia, los salarios bajos, las imágenes que nos recuerdan que no todos somos los mismos, aunque en momentos como esos la gente realmente tenga la necesidad imperiosa de hacer algo que le retribuya en el futuro. Un desastre recuerda la amenza infantil de "¿por qué tú sí y yo no?"
Da pena ver la lástima propia sufrida en carne ajena.
1 comment:
Que bueno saber que aun no te apagas, luciernaga querida.
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