O los libros de lo inevitable

Wednesday, February 07, 2007

A propósito de febrero I

Este es el I por que seguramente habrá un II y quizás un III.

Dice Owen que todos los Owen nacen un día bisiesto. Yo sólo odio de febrero el 14.

Tres versiones superfluas
Para el día veintinueve de los años bisiestos


Discurso del paralítico

Encadenado al cielo, en paz y orden,
mutilado de todo lo imperfecto,
en esta soledad desmemoriada
-paisaje horizontal de arena o hielo-
nada se mueve y ya nada se muere
en la pureza estéril de mi cuerpo.

Sólo la ausencia. Sólo las ausencias.
A la luz que me ofusca, en el silencio
del aire ralo inmóvil que me envuelve
de las nubes de roca de este cielo
de piedra de mi mundo de granito,
sólo una ausencia viuda de recuerdos.

Pues quise ver la lumbre en las ciudades
malditas. Quise verlas flor de fuego.
Quise verlas el miércoles. al frente
no me esperaba ya sino un incesto
y el carnaval quemaba en sus mejillas
el último arrebol de su deseo.

Aquí me estoy. La sal va por mis brazos
y no llega a mis ojos, río yerto,
río más tardo aún que la cisterna
del pulso de mi sombra en el espejo,
camino desmayado, aquí, a la puerta
de mi Cafarnaúm, allí, tan lejos.

No ser y estar en todas las fronteras
a punto de olvidarlo o recordarlo todo totalmente.
En mi lenguaje de crepúsculos
no hay ya las voces mediodía, ni altanoche, ni sueño.

Por mi cuerpo tendido no han de llegar las olas a la playa
y no habrá playas nunca,
y por mí, horizontal, no habrá nunca horizontes.

Hosco arrecife, aboliré los litorales.
Los barcos vagarán si puerto y sin estela
-pues yo estaré entre su quilla y el agua,-
40 noches y 40 días,
hasta la consumación de los siglos.

(Si tuviera mis ojos, mis dedos, mis oídos,
iba a pensar una disculpa para cantarla esa mañana:)

Venganza, en carne mía, de la estatua
que condené para mi gula al tiempo,
a moverse, olvidada de sus límites,
a palabras de vidrio sus silencios.
Venganza de la estatua envejecida
por el fláccido mármol de su seno.

[...]

Y tendría también un nombre, pero
no logró aprehenderlo la memoria,
pues mudaba de sílabas su idioma
cuando las estaciones de paisajes.

[...]

Gilberto Owen

Recomiendo que, si les ha gustado, lo lean completo.

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