O los libros de lo inevitable

Wednesday, July 25, 2007

¿Para qué abolir nuestros deseos vulgares?

Todos los días me despierto negándome un cigarro. Me meto pronto a bañar para no sucumbir. Durante el día generalmente fumo poco y trato de no hacerlo después de comer... o no comprar, pero es inútil. Por la noche fumo todos los que no me fumé en el día y al otro vuelve a ser lo mismo. He pensado seriamente en ir con mi médico para que me dé el nuevo tratamiento de Pfizer pero sería inutil. Disfruto fumar, como si fuera un momento íntimo de concentración... de encuentro. Aún con ello lo evito.
Después de beber en exceso siempre pienso que no lo haré más... que es asqueroso sentirse brutalmente atacado... me molesto conmigo porque soy más masoquista, cada vez más... pero a los dos días lo olvido. Dice Carlos que la piel tiene memoria... ¿por qué no me dará la cruda en la piel? Aún con todo disfruto el alcohol... es una aliciente para sobrevivir con menos hastío y más mierda... total...
Hoy le decía a Ricardo que en serio me asusta cuando algún contemporáneo me dice que ya no bebe tanto o que ya no bebe... que ya dejó la mota... que ya no es como antes... que ... No sé, me asusta porque así como todos comienzan por la comida macrobiótica y terminan en la homosexualidad y la perversión, los que dejan de beber comienzan a perder un poco la idea de que se tiene más locura y sarcasmo en el vientre que en la vida... Y terminan teniendo hijos o sorteando los horarios de zapping en la televisión, en el peor de los casos se instalan en una dinámica estéril en todos sentidos: Pérdida de la pasión, diría yo.
En la tarde veía 31 minutos, me conmovió la profunda lucha de "El Maguito" por mantenerse sin explotar... dirá usted, mi querido lector, que todo esto es una consecuencia lógica de mi muerte neuronal, y está en todo su derecho de creerlo, pero verlo ahí, tratando de controlar su neurosis y sus compulsiones, me recuerda nuestros límites, sobre todo al parodiar al buen Alex, cuyo insitinto primigenio: la violencia, fue abolido so pretexto del bienestar común... así como a Dante.
Desgraciadamente... y quizás esta sea una pregunta sumamente lógica, ¿cómo saber que todos nuestros impulsos vesánicos y pedestres no van a sernos útiles algún día? Por ejemplo: yo no quiero que cuando me digan que voy a morir, tenga asco por el alcohol (Qué mal ejemplo) a Alex le servía para sobrevivir, al maguito para salvar al mundo y a mí, como todo, sólo me sirve a mí...
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Esos chilenos deben divertirse mucho haciendo ese programa. ¿Ellos necesitarán controlar su neurosis y sus compulsiones?

2 comments:

Ricardo G. Acevedo said...

uy, ahora que lo mencionas ultimamente me la paso viendo los canales de mi tele desfilar; mañana mismo compro una botella de mezcal y me voy a dormir a un parque. chingada madre si bien que extraño las corretizas con pedradas.

Valkiria said...

Hace poco me recomendaron que hiciera una lista de las razones por las cuales he sido infiel. El listado concluyó con 46 razones y el "compromiso" de mantenerme fiel. No obstante, y como excusa perfecta, Carlos Castaneda (Las enseñanzas de Don Juan) dice: "Lo importante es que sepas exactamente por qué quieres comprometerte."
Total, que en lo que busco La Razón, me mantengo fiel a mí.
Besos