Fácil, demasiado fácil fue
que los hombres se rindiesen
a mi voluntad.
Demasiado fácil
transformarlos con un simple roce
pero tú
a la deriva en el vasto mar
¿Cómo puedo hacer que regreses?
Cedros y fresnos blancos,
cedros rocosos y plantas marinas,
y tamariscos
cedros rojos y blancos
y negros de un bosque recóndito,
fragancia tras fragancia
y todo este mágico mar tan mío...
no sirven de nada.
Demasiado fácil fue
atraerlos con el pensamiento
desde los más remotos confines;
Todos rezaban para que yo los tocase,
todos lloraban por contemplar mi rostro
todos me suplicaban incluso
piedad
Uno a uno los convertí en su propio ser.
Una pantera, otra pantera,
luego un negro leopardo,
una blanca pantera y otra roja,
y un enorme galgo
-una bestia semejante a un Dios-
todos trazan en la arena un nítido círculo
que me aísla de todo lo terrestre,
y con sus propios ladridos, mugidos,
gruñidos opacan el rugido del mar
y a las estrellas marinas
y a los remolinos de arena
a los tamariscos rocosos...
pero no a tu voz.
Fácil, demasiado fácil es atraer a los hombres
desde las tierras más lejanas.
Demasiado fácil reunirlos a todos a mis pies
con un pensamiento,
es hermoso contemplar
a la enorme pantera al esbelto galgo
rondando en la oscuridad.
Demasiado fácil convertir
la humareda de cedros y fresnos blancos
en palacios
y cubrir las cuevas marinas
con ónix y marfil.
Pero yo daría todo
este roquedal veteado de corales
y la cámara más secreta
de mi mansión en la isla
y todos mis dones
y todos mis dominios
y toda mi magia y poder
a cambio de tu mirada.
Hilda Dolittle
O los libros de lo inevitable
Wednesday, August 15, 2007
Tuesday, August 07, 2007
Y si...
La mirada iridiscente de un viejo cuando sonríe. Las nariz de mi abuela. Mi librero. Los jardines. Bellas Artes. Un borracho cuando yo estoy sobria. Los ojos de los niños cuando sonríen. Manos cerrándose. Gente distraída. Los ojos fijos de las personas. La forma en que cambian de posición los labios. Una espalda desnuda. El agua saliendo de la regadera. Las vueltas de un plato en el microondas. 31 minutos. Esa mueca infantil de Joab. Fotos de mujeres anormales. Letras y letras. hojas en blanco. Monstruos. Hojas apiladas. Luces de una impresora. El andar desgarbado de mi hermana. El granizo. Los tabiques mojados. EL MAR. Las hormigas corriendo. La sonrisa de mi padre cuando me recibe. Ver dormir a Oscar. Mis pies. Los sostenes. El humo del cigarro sobre un pequeño halo de luz que entra por la ventana. El cielo. Un payaso. El mole. Mi rostro cuando despierto. Los lugares que no conozco. Los árboles que se deshojan. Pinturas de Delacroix. Un borracho cuando yo estoy ebria. Páginas y páginas de libros. Labios inflamados por el deseo. La sangre. Una mujer. Los brazos de mi madre y sus manos decoradas por largas uñas de colores. Los puentes. Mi planta. La mirada cómplice de Carlos y su labio superior cuando sonríe. El cuerpo desnudo de un hombre. Una mueca particular de Daniel y su rictus sarcástico. Las escaleras cuando apenas vas a subirlas. Una puerta abierta. Los ojos de Ricardo cuando parece que no dice nada. La gente bailando. La carcajada de Jesús y la forma en que sus sienes enmarcan los ojos. Los letreros de farmacia. Los carros negros. Las luces neón de un lugar infausto. La mirada insitintiva de Jocelyn. Un foco fundido. Un libro abierto. El cuerpo desnudo de una mujer.Una taza de té humeante. El color de una cerveza obscura en un vaso de vidrio. La tremenda pasión de Jimena. Mi piñata de jirafa. Las latas abiertas. El queso azul. La mueca hilarante de Armando. Los muslos desnudos. Los pies desnudos. La forma de una nariz. Los parques. La cara de Francisco cuando pregunta: ¿Ah, sí?. Los ojos de los niños cuando se sorprenden. Los ojos de los adultos cuando desean. La mueca que se hace antes del llanto. El agua chocando contra algunas piedras. La playa desde lejos. El agua evaporándose poco a poco y creando reflejos. Las palmeras. Los riscos... Mi cara...
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Tengo que disfrutar este cigarro... es el primero que fumo desde hace siete días. Lo que me preocupa es el cerebro. No me importan las taquicardias constantes ni el mareo agotador, ni siquiera que no pueda caminar tanto tiempo sin sentir que el mundo es una masa que se va difuminando levemente si sigo andando. Lo que me preocupa es el cerebro. Si yo no pudiera leerme las líneas de la mano, si no pudiera escribirme en los ojos de alguien más... si no pudiera ver qué abrazo, si no pudiera ver mis pies. mi lengua, mi rostro manchado, mis labios rosas o simplemente azules por la falta de oxígeno al cerebro. Me preocupa el cerebro. Si yo no pudiera coordinar un solo movimiento prudente, si mis manos no respondieran, si no pudiera tocarme los pies, las piernas, el sexo, si no pudiera retorcerme con las manos sobre el vientre porque simplemente no responden... si no pudiera tocarme la cabeza como indicación primordial de mi cerebro. Me preocupa mi cerebro... Una vez que dicen que se ha inflamado la masa encefálica en grados anormales por algo que ni siquiera planeas... piensas en todas las cosas que no has disfrutado lo suficiente... como el gotear de tu regadera o el olor del jabón para trastes... y todo lo que ya dije arriba, lo cual, por cierto, son algunas de las cosas de las cuales no podría prescindir mi pobre vista.
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