O los libros de lo inevitable

Sunday, February 10, 2008

Día dos

EL MAR VIEJO
Varado en alta sierra, que el diluvio
y el vagar de la huída terminaron.
Te ascendieron a cielo, mar, y a turbios
y lentos nubarrones a tu oleaje.
Por tu plateada orilla de eucaliptos
salta el pez volador llamado alondra,
mas yo estoy en la noche de tu fondo
desvelado en la cuenta de mis muertos:
El Lerma cenagoso, que enjugaba
la desesperación de los sauces;
el Rímac, sitibundo entre los médanos;
el helado diamante del Mackenzie
y la esmeralda sin tallar del Guayas,
todo en ti con mi memoria hundidos,
mar jubilado cielo, mar varado.
Owen

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