O los libros de lo inevitable

Tuesday, July 15, 2008

74. Tu nombre, poesía

Y saber luego que eres tú
barca de brisa contra mis peñascos;
y saber luego que eres tú
viento de hielo sobre mis trigales humillados e írritos:
frágil contra la altura de mi frente,
mortal para mis ojos,
inflexible a mi oído y esclava de mi lengua.


Nadie me dijo el nombre de la rosa, lo supe con olerte,
enamorada virgen que hoy me dueles a flor en amor dada.

Trepar, trepar sin pausas de una espina a la otra
y ser ésta la espina cuadragésima,
y estar siempre tan cerca tu enigma de mi mano,
pero siempre una brasa más arriba,
siempre esa larga espera entre mirar la hora
y volver a mirarla un instante después.

Y hallar al fin, exangüe y desolado,
descubrir que es en mí donde tú estabas,
porque tú estás en todas partes
y no sólo en el cielo donde yo te he buscado,
que eres tú, que no yo, tuya y no mía,
la voz que se desangra por mis llagas.


Gilberto Owen, Simbad el varado. Día Veintidós.

3 comments:

Manier Dagoa said...

¿Cómo no enamorarse de ti?
Dime cómo.

Manier Dagoa said...

Dime cómo. Aún no me has dicho, y yo no sé cómo hacerlo.
Y si lo supiera...
y si llegara a saberlo...
haría todo lo posible por evitarlo. Haría lo posible por evitar que mi amor por ti desaparezca.

Manier Dagoa said...

y si no lo supiera?
Será que lo ignoro o que sencillamente no existe?