O los libros de lo inevitable

Wednesday, November 12, 2008

Debilidad de espíritu.

Mariana dixit.


y hay cosas que son así, que se marcan como trabajo inmortal, como llaga incurable. No hay por qué ignorarlas, quizás, tal vez, evitar enterarse de todos los rastros que se dejan. Esos rastros sutiles del olvido gradual, esas marcas de amor nuevo entre palabra y palabra. Habrá que borrar el mundo, las falacias, las cosas buenas, las cosas malas. Eso es lo peor, tal vez, borrar lo que es bueno en el momento peor.


O como dice Sabina:

Lo peor del amor cuando termina son las habitaciones ventiladas, el puré de reproches con sardinas, las golondrinas muertas en la almohada.

Lo malo del después son los despojos que embalsaman el humo de los sueños. El teléfono que habla con los ojos, el sístole, sin diástole ni dueño.

Lo más ingrato es encarar la casa, remendar los pecados veniales, condenar a la hoguera los archivos.

Lo atroz de la pasión es cuando pasa, cuando al punto final de los finales no le siguen dos puntos suspensivos.

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