O los libros de lo inevitable

Thursday, November 17, 2005



A P. J

Pocas veces rezuma en mis venas esa furia innombrable de la poesía como lo hace hoy. Irónicamente me sentí atrapada como en un capítulo de un programa que solía ver cuando niña, uno de cuyo nombre no quiero acordarme porque es nimiamente poético. Sin embargo recuerdo cuando la rana rené entrevistaba a un científico loco que vivía en una isla desierta. La rana llegaba con todo su equipo y el científico enorgullecido le presentaba su más grande invento, acto seguido: la cámara tomaba el foco de la habitación y en él se encontraba un hilado en forma de calcetín; entonces el científico sumamente emocionado le dice a René: ¡Este es mi último y más grande invento, se llama Calienta pies! (todos permanecen callados mientras el científico se regocija mirándolo) entonces la rana dice: Pe... pero maestro, eso ya existe, se llama calcetín y el científico se flagela con la sola idea de que su invento es inútil. Pocas veces he sentido lo mismo: cuando conocí la teoría de Freud, por ejemplo.
Sin embargo, nunca tan hondamente como cuando me reconocí por primera vez en Pizarnik, llegué a estar convencida que de alguna extraña manera ella debió ser mi mujer (u hombre) en otro tiempo. ¡Maldita! se murió muchos años antes de que yo naciera, no me dejó acariciarla. El momento de plenitud comenzó cuando tenía 17 años y leí por primera vez estos versos :

¿Cómo no me suicido frente a un espejo
y desaparezco para reaparecer en el mar
donde un gran barco me esperaría
con las luces encendidas?

¿Cómo no me extraigo las venas
y hago con ellas una escala
para huir al otro lado de la noche?

Pero mis brazos insisten en abrazar al mundo
porque aún no les enseñaron
que ya es demasiado tarde

Pero esos tiempos quedaron atras (¿o no?) Tal vez peco de ser una romántica empedernida pero la identificación con Alejandra Pizarnik no proviene únicamente del sentimiento, sino de las letras, de la verbalización. (No me quiero justificar con nadie, me lo has enseñado Ollin y te lo agradezco) Lo crudo de toda esta paupérrima reflexión es haber tenido en cierto momento la conciencia (y la promesa) de que no me volvería pasar lo mismo con alguien, intangible o pedestre. Aunque hoy quiero declarar mi profundo y vesánico respeto por dos mujeres más que han plagiado mi vida: Clarisse Lispector y P. Jimena Sánchez. De Clarisse hay mucho que decir, todo lo de Jimena es intangible.

Me molesta rehacer las cosas que pienso terminadas, gracias a mi incultura literaria debo corregir muchos poemas para que no me llamen plagiaria, esta es la parte de Un soplo de vida cuya existencia podría orillar me a modificar le tópico de algunos textos:

Autor: Ella ve a veces la realidad, una realidad inventada y que nunca se acerca a la verdad, como si esta, totalmente desnuda, la asustase. Ella es un superlativo. Hace cuanta de que es feliz, pero a veces esa felicidad la desasosiega.

Angela: vengo de una larga añoranza...Pero nadie quiere saber nada conmigo. Mi aliento de siete gatos amedrenta a quienes podrían venir....Me escondo de mi fracaso. Desisto. Y colecciono tristemente frases de amor...Yo, la gran desilusionada, la que cada noche prueba la dulzura de la muerte. Me siento una charlatana ¿Por qué? Es como si no revelase mi última verdad. Entonces tengo que quitarme la ropa y quedarme desnuda en la calle. Eso no es tan difícil, lo difícil, sí, es quedarme con el alma desnuda...¿Tendré acaso un fin trágico? Ahh, por favor, líbrame de ello...¿qué me espera cuando muera?

Bueno, ahora que la transcribo con calma creo que la relación no es tan grave como con Alejandra, aún así espero que el camino de mis letras desista de convertirse en un sendero álgido y femeninamente incalificable. De Jimena puedo decir muy poco, la cavidad en que caemos es una misma e incalificable, irreponsablemente nos edificamos para continuar...Maldito sea Madhok que no nos lleva, y a pesar de enseñarme a no agradecer más que lo necesario te digo ahora, desde un vesánico apartado de mi dicha: Gracias.

3 comments:

Anonymous said...

En la escuela nos enseñaron (o debieron enseñar, creo que yo mas bien lo leí en un libro) a los futuros diseñadores /ilustradores / fotógrafos / etc. que la creatividad no se trata tanto de inventar cosas nuevas sino de descubrirle nuevos usos a cosas viejas, vamos, descontextualizar. Tal vez su intención era hacernos mediocres, pero se supone que una persona no imagina de la nada, sino que "revuelve" lo que trae en su inconciente. Como sea, desde entonces no me preocupo por crear algo completamente nuevo, pero no lo echo en saco roto. Cuando tengo que hacer un diseño, empiezo por plazmar lo primero que se me ocurre (generalmente horrible) y luego llevarlo para el otro lado. Así le doy gusto al inconciente, pero luego lo traiciono para que el resultado sea algo nuevo, cuando menos para mi...
Yo formulé la teoria de la relatividad a los 10 años (pensaba que el tiempo mismo debía tener una velocidad, y como a un corredor, se le podía rebasar) y descubrí los ahujeros negros a los 12 (una estrella no puede desaparecer así como así). La descepción me alejó de la física. Ni hablar. Ojalá esto te sirva de algo, por supuesto que se vale corregir y reformular. Sobre tus amores imposibles en realidad no puedo hacer nada mas que mandarte un abrazo, seguro un poco de el viene de parte de ellos.

Anonymous said...

Novísimos comentarios mi querido Jesús. Sobre todo porque Einstein se nos atravesó; bienvenido al club de los astrofísicos frustrados. Es bueno leerte.

Anonymous said...

mmm... perdón otra vez, para variar me da problemas mi limitado lenguaje, ¿que es "novísimos"?