O los libros de lo inevitable

Wednesday, March 29, 2006

El que nunca se desnuda...

Noto que los únicos lenguajes secretos posibles son los de los policías y los conductores de transporte público que se hablan con cifras y se responden de la misma manera. Quisiera cifrar las pautas en una generalidad, quisiera descubrir el número aúreo, la noción de verdad, la sapiencia nostálgica que me mantiene en esta puta y acaiga modernidad de mierda (qué buena rima) Tan solo para reconocer que saldré pronto de todo esto, para perder la razón descifrando lenguajes inútiles de personas sin nombre ni rostro...
Soy el hijo pródigo que una vez recorrió los infiernos y ahora ha regresado a la casa del padre. Que siente la culpa dentro de la piel, que olvidó las maneras de justificarse a sí mismo las inmarcescibles formas de corresponder al infinito.
(Vendí por amores y no por dinero, mi alma a Belzebú)
Putos días, odio la muerte, la pérdida, el miedo, las noches, el frío, la lluvia, la añoranza, los espejos, a los pitufos... sí eso es Yo sólo odio a los pitufos.
Ahora sí, lo perdí todo... sólo resta volverme al ascetismo.
Señores, mi nuevo nombre será indescifrable y prescindirá del lenguaje.
Supongo que todo se evitaría si este hombre viniera y me propusiera brincar junto a él para después jurar no conocernos, después de todo gritaría: ¡Detente instante! Pues eres tan bello...

1 comment:

Anonymous said...

Amda mía, eso eres para mí... Odio, ya no tengo, el rencor se ha marchado de este espíritu marchito que desea que la amen, a la que pide una caricia que nunca llegará, sin embargo, si soy capaz de hacer que mis demonios desaparezcan seré mejor... Dime, ¿estás dispuesta a que volemos juntas? Espero una respuesta que es más que obvia, pero sigo esperando y te esperaré siempre...