O los libros de lo inevitable

Thursday, May 08, 2008

4. Sin palabras

Un día o una noche -entre mis días y mis noches, ¿qué diferencia cabe?- soñé que en el piso de la cárcel había un grano de arena. Volví a dormir indiferente; soñé que despertaba y que había dos granos de arena. Volví a dormir; soñé que los granos de arena eran tres. Fueron, así, multiplicándose hasta colmar la cárcel y yo moría bajo ese hemisferio de arena. Comprendí que estaba soñando; con un vasto esfuerzo me desperté. El despertar fue inútil; la innumerable arena me sofocaba. Alguien me dijo: no has despertado a la vigilia, sino a un sueño anterior. Ese sueño está dentro de otro, y así infinitamente, que es el número de los granos de arena. El camino que habrás de desandar es interminable y morirás antes de haber despertado realmente.


La escritura del Dios, Borges.

1 comment:

Anonymous said...

¿Te parece conocido, Minea? Somos sueños infinitos e infinitos nos quedamos...
¡Toda la razón tenía Borges!