O los libros de lo inevitable

Monday, December 26, 2005

Caro papà

Estas fechas definitivamente me colocan fuera del mundo. La gente se instala en una especie de subrepticia movilidad, indiferentes ante muchas cosas (más indiferentes).

He recibido, tal vez, una lección de vida (otra) en menos de un mes. Me doy cuenta de que mi infancia no está tan lejana como pensaba. Casi por regla lloro ante dos cosas, aunque los que realmente me conocen saben que lloro frecuentemente. Lloro ante las cosas hermosas más que ante las terribles. Las dolorosas no las menciono, todos lo hacen. Mi padre no sólo puede ser un muy buen escultor cuando se lo propone; un gurú de la economía cuando no le da güeva; un pintor medianamente disciplinado cuando quiere; un trotamundos incivilizado que deja a su familia unos 10 años; una malísima persona cuando nota que está inserto en una sociedad; también puede ser un alguien que puede hacerme llorar escuchando como hace de la guitarra un deleite. Escucharlo tocar el romance anónimo español me ha hecho llorar de nuevo frente a algo hermoso. Mi padre conjunta los dos aspectos que fulminan la presa de mi llanto: la belleza y lo terrible. Mi primer recuerdo de él es en la punta de las escaleras de la casa de mi abuela buscándonos, a mi madre y a mí, nos gritaba desesperado, era el temblor del 85. Después lo recuerdo leyéndome los zapaticos de Rosa de José Martí. Y después muchos otros, dispersos y crueles.

Este 24 por la noche me acordé entre las notas de la guitarra que la primera vez que le di a leer un libro en el cual aparecía uno de mis textos me dijo que mi compromiso debería estar con la sociedad, que para eso iba a la universidad, que no había dejado medicina para dedicarme a pensar en mí. Y me dio a leer los intelectuales orgánicos de Gramsci. Obviamente en esos momentos me preocupaba el mundo y su opinión, ahora ya no, aunque le recomendé un libro de Kenzaburo Oé (que desde mi punto de vista es muy bueno) porque parodia el infierno de una manera muy tranquila y común. Pero lo único que me dijo fue: Este tipo sólo se ocupa de sí mismo, no aporta nada a nadie, no habla del mundo, no habla de su tiempo ni de su sociedad, vive en un universo limitado por sus propias tendencias (¡zaz!) ¿Y tú no? -le dije- Y como era de esperarse ( como siempre) me llevó la contraria. -Yo no, porque puedo leer de todos los que escriben algo enriquecedor. A ver dime ¿Tú por qué escribes palabras que no se entienden fácil? - Pues porque busco el adjetivo preciso para expresar lo que necesito. -No, deberías escribir para que todo el mundo lo entendiera.

Bueno, fue una larga charla y terminamos discutiendo (como siempre) Y ni siquiera sé si en verdad vale la pena que alguien lea esto, o vale la pena tener un blog en donde no se hable más que de mí. Ya no sé, incluso, si vale la pena seguir escribiendo lo que escribo. Me importa nada lo que piense la sociedad de lo que hago, eso me tenía en una grave recesión de letras. No quiero, y tal vez, no puedo, volver a publicar algo en vida, pero este espacio se ha convertido en una empresa fascinante en donde me puedo dar el lujo de escribir muy mal y no habrá alguien que me diga ¡qué chido! o ¡qué malo! ni siquiera ¡qué interesante! No sé para qué (como siempre) pero es una cuestión hedonista, de nuevo. Bien podría sólo guardarlo en un archivo y no mostrarlo, pero dejemos que a estas palabras también, se las lleve el infinito de la red, que se larguen porque duelen.

Hablé de mi padre porque realmente es uno de los seres que más me lastiman en el mundo, es como una Madame Bovary perversa y violenta, es el caro papa de Alesi, es muchas cosas que no podré definir, porque en el curso, y sin quererlo, me definirían. Me agobia pensar en su muerte inútil y su talento desperdiciado en prejuicios, pero no haré nada.

Me ha enseñado un libro que está escribiendo, es una aproximación a la literaturización de su experiencia de vida, pero tiene ese toque delicioso de los que apenas han tocado a la literatura, sin prejuicios, sin rebusques y con mucha imaginación. Sorprendente que una persona de mi edad que no estudia letras haga lo mismo y también se niegue lo que hace, en fin que mis palabras ya no sirven para convencer a nadie.

Va para ti Carlos, como homenaje a lo que eres y queda lejos, como los otros. ¿Sabes por qué deje de creer en Dios? porque le pedía que murieras. Ahora, a 13 años de distancia, entiendo por qué no lo hiciste.

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que yo veía que veías que tus miradas ya no eran hermosas-fuertes.- orgullosas, fieras respetadas y temidas por los demás.

que yo veía que veías alejarse a mi madre, que yo veía que veías el inicio de un normal dramático desmoronamiento.

que yo veía que veías los litros de vino y las botellas de coñac aumentando considerablemente.

que tenía 15 años y medio viendo que veías que yo escapaba de casa, que mi madre escapaba de casa.

que tú querías representar al Duro

que no tuviste a ninguno

Que te quedaste solo en una cosa con dos cuartos más servicios.

que los litros de vino y las botellas de coñac siguieron aumentando

que un día, que el día, en el cual viniste a sacarme de los separos secretos de Milán, vi que te vacías solo. que tú querías a tu mujer o a tu hijo o a los dos en aquellos cuartos más servicios. que he visto que veías que estabas dispuesto a todo con tal de recuperarnos.

que he visto que has visto tu mano tendida en señal de paz, de armisticio.

que he visto que has visto sobre tu mano un esputo.

que he visto que has visto tus ojos lagrimeando soledad incrustada de sangre masoquista, punitiva.

que he visto que has visto el deseo de querer castigar tu vida.

que supe que sabías que tu hijo era un drogadicto, que tu mujer esperaba un hijo de otro hombre (hijo que a ti no te quiso dar)

que ahora ves que veo que el primero eres tú. que juegas baraja con el descarte, haciéndote el descartado.

Pero jugando, igualmente. que ahora ves que veo que te adoro, que te amo desde lo más profundo del ser.

que ahora ves que yo veo que mi madre se lamenta. ALESI FELICE PADRE DE ALESI EROS

que ves que yo veo que he huido una vez más hacia la soledad.

que tú ves que yo veo sólo una gran, grandísima negrura, la misma negrura que yo veía que tú veías.

que seguirás mirando lo que veo.

Mamá Morfina. Eros Alesi

1 comment:

Anonymous said...

Que tú en todos los caminos, Querido papá ...