O los libros de lo inevitable

Monday, December 05, 2005

Resurrección

A RaC
Tal día uno despierta con los ojos doloridos y el cuerpo agotado. Después de los tres cigarros de la mañana (si es usted fumador empedernido) se nota las manos temblorosas y el oído que falla. Cualquier melodía que atraviese por sus necios oídos silbantes le parecerá la misma música repetida de Stravinsky. Tiene usted un pájaro de fuego en la cabeza. Entonces las ideas se le incendian y las horas pasarán crepitando bajo el paso. Todas las palabras de amor nefando le cruzarán por la mente como siluetas desgastadas de un pensamiento anterior. Se sentirá solo pero no se asuste, la eternidad comenzará pronto. No va a morir, eso es seguro. Caducará esa marca innombrable del narcisismo que uno tiene para el otro. Los pájaros de fuego lo vuelven a uno solitario y doloroso.
Estas aves las que hablo, no pertenecen en absoluto a clasificación taxonómica, gustos perosnales o seres mitológicos, o tal vez sólo tengan un breve parecido con el Fénix ( tan prosituido a últimas fechas) Pero no por el gusto de su inaudita resurrección, sino por el tiempo de absoluto al que ha llegado. El Fénix renacía cada vez más torpe, cada vez más puro, cada vez más ciego. El incendio de la espera lo consumía como una forma espantosa de permanecer. Pobre Fénix, pobre de ti que resurgiste sin memoria. ¡No has aprendido nada! y tampoco puedes irte.
Esas veces, de las que hablo, a uno le gustaría poder ser un bufón como esos que ya no existen saldría a las calles ofreciendo menos angustia, menos incendio, o tal vez y sólo para uno, el ser bufón le otorgaria la calidad de lo risible, lo auto risible. ¿Por qué entristecerse cuándo existen preguntas que lo laceran? ¿Por qué dejarse llevar por el primer sentimiento que lo invade? ¿Por qué negarse la posibilidad de enmendar en el cuerpo? La presencia tangible del otro puede lograr que el canto de las aves internas quede supeditado al sonido de una voz, al tangible efecto del otro sobre el cuerpo, invadiendo cavidades auditivas, nerviosas. Hay que escuchar, pienso, lo que necesita ser dicho; lo demás sólo pertenece a las palabras del tipo sucedáneo.
Hablar y hablar, solos, con el ave o ante los otros. Dejemos que los escenarios nos bendigan con la indiferencia, nunca debemos atrevernos a rogar compañía. Y si es así ¿Por qué nos duele tanto eso otro que se niega a invadirnos? Es tal vez, porque uno podría ser bufón, loco o inexistente si el otro lo pidiera.

5 comments:

Anonymous said...

¿Entonces el Fenix no creía en eso de que lo que no te mata te hace mas fuerte...?
jejeje, no puedo evitarlo... ya no fumes...

Anonymous said...

Hoy día te despierta para darte cuenta de que el sueño no ha terminado, despertaste a una pesadilla. No necesitas ser una cucaracha para ser tratado como un insecto; no necesitas remitirte al mito para incendiarte.
Basta despertar, enfermo de tabaco y tiempo, para mirar tus manos castigadas por las manchas blancas,para mirar menos con tus (mis)ojos llenos de vaho y saber que nunca serás un vidente ciego (paradoja estimulante)

ceguera marchando said...

Para cucho:

¡de qué manera podría el pájaro más ególatra de la mitología creer en cosas tales? La fortaleza y la muerte le eran completamente ajenas.

ceguera marchando said...

Para public pervert:

Las pesadillas me incomodan, los sueños intensifican las reacciones.
Tienes razón, no es necesario remitirme al mito ni ser un insecto, aunque creo que si fuera una cucaracha dejaría de interesarme en tamaños videntes de lo cotidiano.
Doy el mito como pretexto, uno excelente para crear una distancia entre lo que soy y lo que siento (que siente). (¿Me estoy justificando?)
Usted podría ser un excelente poeta, ciego, tal vez; pero estimulante.

Anonymous said...

Querida mía, definitivamente siempre estamos en un constante sueño, dónde la cruda del cigarro es lo que te hece bajar a la supuesta realidad... ¿Será que nunca podremos resurgir más fuertes, donde la desnudez del ser sea intenso y dejemos a un lado al otro? Aún no lo descubro, pero créeme que al tenerlo en mi poder nunca lo dejaré ir y te lo agradecere por siempre...